viernes, 16 de enero de 2009

Joan Manuel Serrat - Mediterráneo (1971)



España en siglo y medio volvió a ocuparnos en cuerpo y alma. ¡Qué paradojas trae la vida! América venía del dolor del matricidio que significaron las guerras de independencia a lo largo del siglo XIX, en la cual despedazamos los tronos, cortamos a tajos el cordón umbilical que nos ataba a esa dependencia exótica de monarcas y principes. Y sin embargo, cada día, vagando por nuestras montañas y pueblos redescubríamos la grandeza de su gesta al trasladar su cultura llena de profundas contradicciones y valores, de desarraigos y pasiones, de voluntades y sentimientos inescrutables.

Ha bastado reconocernos en la gigantesca utopía de don Quijote, los sueños e idealismos de Becker, de Calderón de la Barca, de Félix Lope de Vega, la ternura de Juan Ramón Jimenez, la obscena algarabía de Quevedo, las espirituales confesiones de Santa Teresa de Jesus, la profética mirada de Menendez y Pelayo u Ortega y Gasset y luego esa elegía celestial que convocan los poemas de Machado, de Miguel Hernández, de García Lorca para terminar aceptando que en éste siglo y medio de libertad apenas hemos aprendido a descubrir lo que nos sigue atando a España. Su herencia volcánica hace erupciones intermitentes en nuestro ser y así hemos padecido sus guerras, sus dolores, sus triunfos y logros como si fueran nuestros. Así en el arte, en la pintura y ahora, en este maravilloso encuentro con la voz catalana de Serrat.

¿Quien puede esconderse al encanto musical de ese Mediterraneo tibio, otoñal, íntimo y multitudinario, poético y sensual, conque sobrevivimos a aquel inolvidable verano del 71? Nos conmovió el paso de las horas en su interminable Pueblo Blanco, que bien puede estar en la sierra peruana, en los andes Chilenos o en la campiña cundiboyacense de Colombia. ¿Cómo olvidar esa dolorosa ternura escondida en el padre Nicaraguense o Salvadoreño que recuerda a su hija un año después de su partida y que podría resumir el cúmulo de sentimientos ocultos en tantos viejos nuestros que ven partir en busca de sueños a sus hijas hacia España o USA? Serrat nos ha interpretado a cabalidad. Sus poemas cantados tienen la tersura de la seda, la grata, acogedora seducción de los vinos añejados en robles eternos. Es rebelde, auténtico, incondicionalmente juvenil, iconoclasta, libertario y nada le impide ser leal hasta para cuando nos recuerda los sublimes alaridos de amor que retratan los versos de Miguel Hernandez en "Las nanas de la cebolla" o el juguetón derecho a la libertad cuando se monta en El Carrusel del furo.


Lista de Canciones:

1. Mediterráneo
2. Aquellas Pequeñas Cosas
3. La Mujer Que Yo Quiero
4. Pueblo Blanco
5. Tío Alberto
6. Qué Va A Ser De Ti
7. Lucia
8. Vagabundear
9. Barquito De Papel
10. Vencidos

Croniquillas

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